jueves, 21 de junio de 2012


Educación Artística, cultura e identidad
El arte, en forma de pintura, escultura, artesanías, fotografía, cine, escritura, danza, poesía, o teatro, refleja la identidad, ya sea de una cultura en un determinado momento en el tiempo o bien de un individuo cuya obra se ha visto influenciada por esa cultura. En la mayoría de los casos, el arte refleja los valores, tradiciones e ideologías que varían de sociedad en sociedad y de individuo en individuo.  Como método de comunicación, el arte presenta una expresión tangible de lo que sentimos, pensamos, practicamos, creemos,  de nuestro modo de actuar, de lo que vemos,  de los juegos que jugamos, del humor que nos divierte y  de los miedos que nos asustan. El arte proporciona un registro de las personas que nos precedieron, y puede servir como documento de nuestro tiempo para las futuras generaciones. Tiene el poder de suscitar emociones y desafiar, inspirar e influir en todos aquellos que entran en contacto con el mismo.  Pero ¿cómo descubrir la ‘identidad’ a través de la educación artística? ¿Qué tenemos que aprender? Y ¿cómo lo adaptamos al plan de estudios escolar?   
“Podría argumentarse que todos los objetos artísticos se interesan, en última instancia, en la identidad – sea explícita o implícitamente” (Luftschein & Jaffee, 2007).  La creación artística es tan antigua como la existencia de la humanidad. Como expresión de la conciencia humana, el arte ha estado presente en todas las etapas de la civilización y en todas las regiones del mundo. Desde las culturas preliterarias hasta nuestra propia sociedad postmoderna, el arte ha representado siempre una manera de comunicar creencias y expresar ideas sobre la experiencia humana y el mundo en el que vivimos. Como documentos culturales, las obras de arte brindan valiosa información sobre las identidades de las culturas pasadas y las existentes; nos permiten comprender mejor cómo vivían otros pueblos, quiénes eran, qué valoraban y cuáles eran sus creencias.  Y cuando ampliamos nuestras propias perspectivas culturales, nos  enriquecemos como seres humanos.
El impulso por crear arte y la capacidad del arte para comunicar ideas se han extendido a través del globo y de los milenios. Los pueblos paleolíticos (aprox. 35 000 a.C.) en Francia y España pintaron las cuevas donde vivían con los animales que habitaban su mundo y permitían su continua supervivencia.  Los aborígenes preestuarinos (aprox. 40 000 – 6 000 a. C.) en el noroeste de Australia pintaron figuras animadas en las paredes rocosas, utilizando pinceles que habían confeccionado con cortezas de árboles, plumas o los extremos de palos mordisqueados (Kjellgren, 2000).  Durante el período de Valdivia en Ecuador (3 000-1 500 a.C.), los primeros pueblos crearon representaciones humanas, primero en piedra y posteriormente en barro, que se consideran las estatuillas de cerámica de más antigua elaboración en las Américas
  (Stothert, 2007). Y miles de años después, cinco sencillos dibujos lineales, tallados sobre una pequeña placa de aluminio, llevaron un mensaje pictórico simbólico al espacio sideral, a bordo de la primera nave espacial fabricada por el ser humano que escapó de nuestro Sistema Solar, la Pioneer 10.    A pesar de que el arte ha cambiado de generación en generación, y a menudo ha tomado formas y significados distintos de una cultura a la siguiente, el hilo de la humanidad recorre toda la historia.

A medida que los historiadores sociales, culturales y políticos incorporan cada vez más material histórico artístico en sus obras, la relación entre arte, estética cultural y el contexto en el cual se creó el objeto artístico se ha hecho cada vez  más evidente y significativa. Culturas dispares han creado objetos que cumplen propósitos similares, como herramientas, armas, adornos, objetos rituales, monumentos conmemorativos y arte público. Asimismo, los artistas de muchas culturas diferentes han tratado persistentemente temas similares en su arte, tales como la vida, la muerte, la belleza, el poder, la guerra, la religión, la fantasía, el entorno natural, sus semejantes, para nombrar unos pocos.
Es crucial comprender que el arte es  el producto de una cultura, –o de un grupo de individuos unidos por una conjunción de factores (Nieto, 1999).  Los acontecimientos sociales, económicos, políticos, geográficos y religiosos influyen en la cultura y orientan la manera como la gente piensa, actúa o siente. El arte clarifica estos “comportamientos, valores y [la] esencia compartida por las personas dentro de una cultura en su búsqueda del sentido y el significado de sus vidas” (Kuster, 2006).   Sin embargo, aunque el arte puede personificar aspiraciones y sueños, también refleja las realidades tangibles de la vida. Coincidentemente, la producción de arte está relacionada con el conocimiento, los materiales y las técnicas disponibles y el desarrollo o adquisición de nuevas tecnologías artísticas, las cuales pueden afectar a la naturaleza física de cómo se concibe, se crea y, en algunos casos, se utiliza, el arte.
Y estos factores son  los que también deben ser considerados cuando se contempla el arte, y los que pueden causar un profundo efecto en la enseñanza y el aprendizaje.http://www.arteducarte.com/noticiaEC.asp?id_noticia=280451&id_seccion=198

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